Para hablar de vampiros dentro de la literatura no hay mayor referente que la obra maestra de terror gótico Drácula de Bram Stoker, la cual, ha cautivado a generaciones de lectores desde su publicación en 1897. Esta novela epistolar nos sumerge en un mundo oscuro y misterioso, tejiendo una red de intriga y horror que se extiende desde los sombríos castillos de Transilvania hasta las bulliciosas calles del Londres victoriano.

A través de cartas, diarios y recortes de periódico, Stoker construye una atmósfera de tensión y paranoia, explorando temas tan universales como el bien y el mal, la sexualidad reprimida y el temor a lo desconocido. La presencia del Conde Drácula encarna el lado oscuro de la naturaleza humana, desafiando las normas sociales y religiosas, acechando a sus víctimas con una seductora ferocidad.

Pero una de las partes más impresionantes de la novela, a mi parecer, fue el diario del Capitán Varna, donde se narra el último viaje del Deméter que partió de Rumania hasta Inglaterra. Este diario nos cuenta cómo la tripulación de la embarcación fue sometida por una presencia oscura y maligna, terminando con las vidas de todos los tripulantes y el barco naufragando en las costas de Inglaterra.

Este capítulo nos muestra la naturaleza sangrienta de Drácula, así como su instinto de cazador. No por nada, Jose Luis Zárate, decide retomar estos diarios y darle otra voz al capitán del Deméter donde los placeres, los miedos, el hambre y el cazador furtivo se enfrentan ante la supervivencia en el vacío del mar abierto.

La narrativa de Zárate se desarrolla de manera poco ortodoxa ya que, en los primeros capítulos, nos presenta una personalidad lasciva por parte del Capitán, quien, obsesionado con los cuerpos musculosos y estéticos de su tripulación se siente sexualmente atraídos hacia ellos. También nos muestra que, a pesar de su hambre sexual, tiene un deber que cumplir como capitán del Deméter, así como la misión que se le ha encargado, la cual, es llevar un cargamento de tierra hasta Inglaterra. Durante esa fracción del diario, también, nos damos cuenta de la culpa que carga hacia un hombre llamado Mijaíl y su trágico final.

Para el segundo capítulo, dejamos como temática principal los deseos sexuales para concentrarnos en la ruta del Deméter y las “coincidencias” que tiene con los diarios del Capitán Varna con la narración del escritor mexicano. Nos narra el recorrido del barco, aspectos básicos de los tripulantes, las pesadillas que comienza a tener el Capitán, la relación e importancia que tienen las ratas a bordo y ese terrible presentimiento de que algo oscuro acecha la embarcación. Zárate en ningún momento hace referencia explícita a Drácula, pero entendemos, por las similitudes que existen, que hablan de la última ruta que llevó a cabo el Deméter.

Lo primero que desapareció, fueron las ratas…

El Capitán señala la preocupación de la desaparición de las alimañas dentro de la embarcación, así como una marca negra en el cuello de unos de los marineros. Con temor de que la peste negra sea parte de la tripulación, da la orden de búsqueda de las ratas del barco, encontrando que ratas blancas son las que están dando caza a las ratas grises. Estas ratas, hambrientas, no buscan la despensa de los hombres, sino devorar a las otras ratas, como si estuvieran hambrientas de su sangre.

Un poco de calma se presenta, al descartar la peste negra, pero la desaparición del primer tripulante disuelve esta paz al instante. Pudo haber caído por la borda, piensan varios, ya que se enfrentaron a una tormenta durante días, pero algo no termina de convencerlos. Otro más desaparece y no hay duda de que algo los está cazando. A partir de este momento el miedo y la desesperación se hacen presentes en cada uno de los tripulantes. Las rondas las hacen en pareja, armados, pero lo que está en la oscuridad, no le teme a sus armas ni a su fuerza. Alguien logra ver un polizonte. Un hombre alto, pálido, que se pasea sobre la goleta. Buscan en cada rincón del barco descartando la presencia del polizonte. El final de viaje se aproxima hasta que una neblina densa no les permite ver el rumbo que lleva el barco. Están a la deriva por quién sabe cuánto tiempo.

Para el tercer capítulo y final, los lectores de Drácula ya saben cómo termina el viaje, pero Zárate da un giro interesante a la locura que viven los siete tripulantes restantes del barco. El segundo al mando termina por tirarse al mar para impedir la muerte sin piedad que le espera a bordo. El capitán se aferra al timón. Es el único que puede llevar a tierra a la nave. El hambre se hace presente. No sólo el de la creatura, los tripulantes ahora son más bestias que hombres, pero el ser que los disminuye en número, le dice al Capitán que es suyo, un trato de sangre se ha hecho a cambio del placer otorgado. El Capitán lo niega, pero recuerda sus pesadillas tan lúcidas. Le recuerda a Mijaíl, su muerte y la culpa que tiene. El capitán busca la redención tanto de sus tripulantes como del ser amado. Desnudo se tira al mar para que sus cachorros lo sigan. La sangre los incita, se tiran al mar buscando saciar su sed, pero mueren ahogados. Ese fue el último acto de amor del Capitán para su tripulación. La cuerda que lo ata al Deméter lo ayuda a regresar a bordo. Pudo escoger la muerte, pero un Capitán no abandona su barco. Necesita demostrarle al cazador que el hambre no es el pecado, ni el placer sino lo que se hace para zacear el placer. Se ata al timón y con ello a su redención y victoria. El resto lo saben los lectores de Drácula.


Tendencias