Por las noches un hombre se sienta en la esquina de mi cuarto. Puedo ver su silueta oscura dibujarse contra la pared. Aunque se mueve por los muros, oigo sus pasos desde el pasillo: quiere distraerme,como aquellos fantasmas que entre más cerca están, más lejos se escuchan. Pero yo soy una chica lista. Cumplí doce y ya puedo defenderme sola. Mamá dice que soy bien portada y, sobre todo, inteligente. Por eso, aunque lo escuche fuera de mi cuarto, me oculto bajo la colcha, porque el hombre se esconde en la oscuridad y ya no lo puedo ver. Me hago la dormida para que piense que estoy muerta y ya no se me acerque.
Velas de cumpleaños envueltas en un halo fantasmal grisáceo que danza hasta perderse entre las partículas del aire que respiran los invitados. Cymtra ya es mayor de edad; conlleva más de una responsabilidad una vez que el pastel se termina y el montón de trastos se apila en el fregadero. La noche se presenta ante ella como la oportunidad de demostrar, ante la sociedad que la acompañó en el día, a inmiscuirse en el trámite hacia la madurez.
¡Los macarrones están listos!, ¿sabes?, nunca pensé que te traería a casa, no eres muy simpático y realmente muchos te tenemos miedo, pero bueno mis padres querían conocerte y que mejor forma de hacerlo que invitándote a cenar.
Ya quiero que den las ocho para que se despierten y al fin te puedan conocer, sé que para ti es muy gracioso molestar a los demás y más centrarte específicamente en mí solo porque soy adoptado, pero Mamá y Papá ya me había advertido que muchas personas no lo entenderían y que otras más se reirían de mí solo por eso.
Me llamo Brisa. Me tienen miedo, solo tengo trece años. Hace días que estoy en este lugar. Tengo puesto este chaleco que no deja mover mis brazos.
Todo comenzó una noche. Estaba de niñera en la casa de mis vecinos, los Prado. Se iban a una fiesta y me preguntaron si podía cuidarles a su hijo Julián, un bebé de dos años. Acepté.
Andrés le teme a los payasos, así como le teme a los perros y a la oscuridad. Andrés tiene 8 años y hoy es su cumpleaños. A diferencia de otros niños, este día le molesta, así como le molesta la actitud de mamá. Le encantan los regalos y el pastel, pero sabe que para llegar a ese momento del día debe soportar convivir con otros niños, juegos y todo eso que ha preparado mamá porque dice que lo quiere mucho.
Sin un gran armario
no hay cabida
más que en un cajón
para un monstruo.
Y sería tan pequeño
el ente que habite un cajón
que no asustaría.
Y no hay demonio que
aceche mi habitación
y no sea iluminado
hasta sus más oscuros planes.
Relleno cada rincón
iluminado cada recodo
no hay lugar para las sombras
no hay espacio para el horror.
(Cae la noche)
Juntando las pestañas
descubro el espacio
entre párpado y ojo
suficientemente oscuro
para una pesadilla.
Una habitación de dos camas nadie duerme en una de ellas fue de alguien que falleció tenía olor de ausencia… Con la carita risueña de niña se va temprano a dormir los dulces sueños de fantasía acurrucada entre el silencio… Alguien hace rechinar la cama se siente la presencia de alguien la pobre niña se queda inmóvil es el abrazo de espectro… Quiere abrir los ojos y no puede grita: ¡ayúdame mamá! no importa cuán rápido corra no puede despertar ni huir…w Despierta asustada la niña solo hay la otra cama vacía. Será solo una pesadilla se repite de nuevo en la noche es el abrazo del espectro que se alimenta de la vida… No puede irse sin absorber la energía de alguien frágil ahí está una niña solitaria presa fácil, criatura de luz… No dice a nadie lo que pasa sabe que es una niña callada que nadie la escucha que nadie le creería del espectro. Se está quedando sin energía con la cara pálida como la muerte duerme cada noche con el abrazo del espectro…
Querido diario: Mamá me encerró otra vez porque no quise comer lo que me cocinó. Estoy muy triste. De verdad intento comer lo que mamá me sirve, pero su comida es horrible. Siempre me siento enfermo después de comer lo que me da. Además, nunca me lleno, aunque coma mucho. Cuando termino de comer lo que mamá me prepara, me siento más hambriento que antes. Mamá dice que no está bien comer carne, que es lo mismo que matar. También me dijo que por eso dejó a mi papá; que por eso nunca me dejará verlo otra vez, porque come carne. Yo creo que matar no está mal, siempre que sea para comer. Pero tengo mucho miedo, no quiero que mi mamá me deje. Le prometí hacer un esfuerzo para que me guste su comida.
«Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan».
Stephen King
¿Puedes escucharlo? A veces se oculta debajo de la cama, dentro del ropero, en la oscuridad del cuarto. Otras veces puede ser el ruido de las ramas rasgando la ventana, la madera crujiendo. El miedo crece con nosotros y puede acompañarnos hasta el último aliento. Comienza con el coco, el hombre del saco, el señor que te va a llevar y sin fin de artilugios que usan los padres para asustar a los niños. Este número 7 del Nahual Errante quisimos adentrarnos en los miedos infantiles, los que nacieron en la etapa más temprana de nuestro ser y aún se asoman de vez en cuando. Los miedos infantiles marcan la personalidad, pero ¿cómo es que llegamos a construir estos monstruos de la ficción a lo real? Chino Damián nos habla de como este “monstruo” puede trasgredir en ambos mundos.
En la literatura tenemos Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez donde los personajes infantiles nos mostrarán cómo los miedos que se gestan desde una edad temprana terminan siendo fundamentesles para las desiciones del futuro. En el cine, tenemos a The babadook donde se analizará al personaje de Samuel y su encuentro con un libro para dormir aterrador.
En la música exploramos las curiosas nanas para dormir y como sus aterradoras letras han pasado a través del tiempo causando pesadillas más que placidos sueños. Podrás oír la selección que tenemos para este número en nuestro canal de Spotify y YouTube.
Por último, agradecemos a todos aquellos que colaboraron con sus textos para la creación de éste número. Gracias a los participantes que se manifestaron por medio de la convocatoria y decidieron jugar con la temática de este número.
Espero sea un número que nos remita a la infancia, cuando veíamos películas de terror y después debíamos enscondernos debajo de las sábanas.
Hice todo lo que Dios nunca hizo por ti y eso que rezaste un chingo después que el viejo se murió. Sí, te quedaste sola, o eso le decías a todos, como para que sintieran pena por ti, pero yo me quedé, acuérdate de eso, yo me quedé.Habríamos permanecido bien solas, con nuestra vejez de por medio. Habríamos estado bien, pero quisiste llenar el vacío de tu Dios mudo y de la ausencia que deja la muerte con lo que fuera porque nunca te bastó mi compañía.