Nuestra amorosa pesadilla

Lord Crawen

A H. P. Lovecraft.


Madrugada en la Ciudad de México; hecha para los valientes que se atreven a transitar sus calles. Alberga hijos de la calle, los extraviados en el alcohol y estupefacientes, que buscan el cobijo de la madre abandonada bajo la estela nocturna.

Sobre la cerrada de San Ciprian, algunos autos transitan, los ruleteros de la noche que entregan a sus hogares a quienes en la fiesta, pierden lo último que tendrán de su salario. La sirena de los autos de la policía que persiguen a uno que otro malhechor, con el cual no darán el paradero una vez que entren a los callejones donde, al parecer, la sombra de la noche los resguarda para no ser atrapados.

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Misión

Lord Crawen

Jamás escuché el conteo regresivo. Te preparas para todo, menos para ese instante en el que el mundo entero cuenta hacia atrás, como si el tiempo relativamente pudiera alterarse de esa forma.

Nunca podremos ir hacia atrás, por más que se intente, no podemos retroceder de ninguna forma. Antes de concluir con este pensamiento, quiero recordar todo lo ocurrido antes de que el conteo llegara a cero.

Nuevamente, la palabra negada. En ningún momento de mis días como infante desee subirme a un gigantesco transporte metálico para cruzar el cielo. Todo se fue dando conforme al tiempo. No existe como tal un libre albedrío, pero sí existe una libertad de elección. Pensé, en algún punto de mi vida, que la idea de lanzarme al abordaje de una nave metálica, sería como la de un viaje de un pirata en un barco de madera, surcando los oscuros mares de las galaxias.

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Cacería

Lord Crawen

Velas de cumpleaños envueltas en un halo fantasmal grisáceo que danza hasta perderse entre las partículas del aire que respiran los invitados. Cymtra ya es mayor de edad; conlleva más de una responsabilidad una vez que el pastel se termina y el montón de trastos se apila en el fregadero. La noche se presenta ante ella como la oportunidad de demostrar, ante la sociedad que la acompañó en el día, a inmiscuirse en el trámite hacia la madurez.

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Latidos

Lord Crawen

Un abrupto sonido emergió de la cápsula donde resguardaba el corazón. Agotada y con todos los recursos puestos únicamente para poder lograr un primer latido, Lena descendió velozmente hasta su sótano después de que, entre sueños, y los aparatos en toda su casa, le dieran el veredicto del primer latido.

El pulso no mentía, el equipo de medición tampoco. Lo había conseguido. Sostuvo fuertemente con ambas manos la cápsula de cristal. Sonrió. Entonces, llegó el segundo latido. Un tercero. El cuarto. La maquinaria de la vida retomó en aquel instante el movimiento necesario para el bombeo de líquidos. Lena no cabía en felicidad al observar su trabajo convertido en realidad.

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Camino hacia la noche triste

Lord Crawen

― Dile que explique, ¿cómo es que puede hablar con sus dioses y estos le responden? ¡Traduce ya, joder!

Diego de Ordás, fuera de sus cabales por no poder contener la rabia de lo que estaba buscando, solicitó una reunión con su entonces prisionero Moctezuma, al cual, no le sacaba mucha historia respecto a su búsqueda. Jerónimo de Aguilar instaba a Moctezuma a que expresara lo que Ordás insistía en obtener. Sumamente desesperado, Ordás se fue al cuello de Moctezuma, abriendo y cerrando sus fauces como la bestia que era.

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Sinfonía en silencio

Aplaudió. Nada. Una vez más con mayor intensidad. Algo reverberó. El siguiente choque de manos se transfirió al interior del hombre, haciendo crujir sus huesos por dentro tras una mayor intensidad. Y el sonido, levemente, fue perceptible. Asintió. Entregarse al pánico no era opción; mucho menos postrarse nuevamente en su cama. Algo, dentro de él, quería salir. Como un volcán en erupción, un grito semejante al magma atravesó el conducto vocal y fue proferido. Se escuchó, clamando ayuda.

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Virus Visuales

Sucedió otra vez.

Y en esta ocasión no fue silenciosa. Se esparció junto con los medios de comunicación a una velocidad impresionante, evitando posiblemente, un número mayor de muertes; sin embargo, ha dejado un sinnúmero de casos de crisis colectiva y social alrededor del mundo.

“Siempre sucede en los años veinte”, señalan los historiadores.

“Ocurre por las profecías”, dicen los teólogos.

“Fue premeditado”, comentan los conspiradores.

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Figuras coleccionables

Lord Crawen

Viajó a través del tiempo y de un espacio reducido para su verdadera forma. Utilizó, como en otras ocasiones, a seres que le ayudaran a transportarse en un navío por el océano. Oculto en una caja de un tamaño menor, cuya función era la de protegerlo; ingresó al navío sin ser divisado. Colocado cuidadosamente en el sótano, junto al resto del equipaje, el monstruo avanzó de una tierra a otra. 

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Barreras de papel

Lord Crawen

El chirrido de las llantas le era insoportable. Hoy, más que nunca el sonido penetra hasta lo más profundo del oído, llega al tímpano; el cerumen no detiene aquel sonido. Le duele la cabeza, está “que le revienta”. Nadie le ofrece medicinas o un vaso con agua. Todos están sentados y sin hacer ruido después de las indicaciones de la azafata.  

Rostros grises, agrietados por el sol, arrugados por el tiempo y el esfuerzo. El halo de su alma se une al chirrido de las llantas del avión. 

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Del Toro: del horror y del amor

Lord Crawen

La fantasía es parte de nuestras vidas desde el momento en que nuestra conciencia se mezcla con el mundo de los sueños y, con algunos libros. La mente humana juega siempre a estar en otro sitio que no sea el mundo absurdo en el que solemos caminar.

Aunque para algunos, este mundo al que se suele viajar, contiene tintes oscuros, criaturas ignominiosas y atmósferas que producirían gritos a quienes no gustan de adentrarse en las sombras de otros mundos.

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