Desde hace ya varios años aun estando en la universidad, empezó mi ahora no tan extraño gusto por las novelas y las películas cuyos protagonistas eran los vampiros, por lo que, en aquella reunión del Nahual Errante, cuando se eligió el tema, mi emoción fue notable, ¡algo tengo que escribir!, pensaba mientras a lo lejos admiraba aquella colección invaluable, de libros vampíricos.

Gula, avaricia, Vampiros, repasaba en mi mente una y otra vez como una plegaria, buscando alguna conexión real, algo sobre lo que pudiese hacer una “crónica” algo verdadero sobre lo que escribir, algo que contar, pues no es como que me haya cruzado en el camino de algún vampiro cuya fortuna no quería compartir, ¿verdad?

Un poco frustrada, agarré uno de mis sagrados libros y lo empecé a hojear en busca de algo de inspiración cuando el polvo de las páginas me hizo estornudar.

—Ya vez, eso no pasaría si los prestaras más seguido— dijo una risa burlona.

—Ash, Chango, orangután tenías que ser— le respondí al amor de mi vida, sin pensar en cuánta verdad había detrás de esa “broma”.

Llevaba aproximadamente unos nueve años buscando, comprando y coleccionando casi cualquier libro que tuviese la palabra “vampiro”, sin importar el costo. Sin bromear, hubiera sacrificado una semana de comida en pos de aquel libro que no cualquiera podía” conseguir, en pos de ese tesoro del cual presumir”, pero después de leerlos se quedaban ahí guardados, empolvándose, esperando semanas o meses a que volviera a ellos, y una vez que chupara todas las letras, todo el conocimiento, todos los puntos y comas, podían pasar años antes de que mis manos los volvieran a abrir, pero era o es (aún no lo sé) tal mi amor, mi obsesión por ellos que no dejo que se aparten de mi vista.

—Si gustas puedes ojearlos — digo tratando de ocultar la ansiedad si alguien me pide alguno prestado, pero que se vayan de mi casa, que crucen aquella puerta con mis tesoros, jamás lo permitiría.

En verdad prefería que se quedaran ahí guardados, esperando a que otras manos los tocaran. “No es avaricia, pero no sea que algo les pase” me decía a mí misma mientras la pila de libros iba en aumento.

“Los libros son para leerse” solía decir mi padre, me educaron bajo ese precepto, bajo la idea de que era mejor perder un libro para que alguien más se nutriera de sus páginas a que se quedaran eternamente en un librero…Y ahí estaba yo, derrotada en un sillón mirando mis libros, sus palabras, cual faraón que prefiere irse a la tumba con sus tesoros antes que compartirlos con alguien más: no importaba que los títulos fueran repetidos, no importaba que no tuviera dinero o espacio, siempre quería, quiero más. Siempre míos. 

Un vampiro que chupaba cada una de sus páginas de sus letras, un vampiro que no dejaba que nadie se acercara a su tesoro. Un vampiro siempre sediento de más y más y más.

Vampiro, gula, avaricia.


  1. Avatar de JCPlana

    Joachim Schwabing escribió un librito, Vampiros, de recomendable lectura.

    Me gusta

Tendencias