El fallecimiento de mi padre da pie a las conjeturas mundiales y a una transformación en contra de todo.

Comenzó un programa de depuración, una cacería a nivel mundial y las confrontaciones del pueblo y el sistema gubernamental no se hicieron esperar. El hombre como siempre, en el ansia de poder, cegado, inerte, destructivo; comenzó su búsqueda sin fin por todo el mundo.

Todo lo que ahora aqueja al mundo es una destrucción sin precedentes, más allá de lo mostrado en las películas de ciencia ficción ante la invasión de razas alienígenas o extraterrestres. El principal problema, no va más allá de estos filmes muy mal retratados.

Mi padre, antes de morir, más bien, de ser asesinado por un disparo en la cabeza, realizado también a través de toda una planificación de boicot en contra de su actual gobierno; instauró la realidad en la mente del mundo, quienes, a través de su transmisor televisivo, pudo ver como la sangre que manaba de la cabeza de mi padre no era roja.

¿Acaso es motivo de guerra el derramamiento de sangre de otro color?

Los partidarios a favor del gobierno de mi padre, se vieron completamente traicionados. Los anti gobierno de mi padre celebraron su victoria bajo el horror que ahora existía.

El cuerpo de mi padre fue recogido por una asociación que él financió para investigaciones fuera de este mundo para en algún momento en que la humanidad estuviese preparada, dar la nota sobre avistamientos en este mundo de nuevas razas alienígenas, quienes buscamos compartir tecnología y lazos fraternales.

Mas, al parecer, esta raza ha crecido a través de un odio a sí mismo, que dejaron de apoyar todo lo que papá había intentado construir para ellos, en un pedazo de tierra. Puedo imaginar todavía, que su cuerpo se encuentra aún dentro de aquellas instalaciones, haciendo tantos horrores que solía contarme cuando era más pequeño y nuestra nave quedó varada en este planeta.

¡Maldito el día en que llegamos a esta tierra!

No me enseñó lo suficiente de este mundo ni tampoco del mío. Si lo preguntan, nuestra nave espacial fue secuestrada años más tarde, cuando obtuvimos fondos para su reparación. Nuestra raza puede copiar cualquier tipo de forma celular. Vivimos en las sombras por mucho tiempo, aprendiendo su lenguaje y cultura; nunca nos acercamos lo suficiente debido a lo que podíamos ver en su transmisor televisivo: masacres a nivel mundial.

Mi padre consiguió un trabajo más tarde y de ahí fue adquiriendo conocimiento para obtener una licenciatura en ciencias políticas y tratar de ayudar a este mundo. Por mi parte, acudí a muchas escuelas, aprendí de los niños humanos, en algunos casos, juegos y empatía, en otros, los ataques constantes y del porqué las cosas culminaron conmigo ahora escondido bajo un puente.

Parecía que nuestra adaptación había finalizado, cuando un conjunto de partidarios políticos ayudó a mi padre con sus primeros pasos de financiar investigaciones fuera de este mundo; igualmente, en cuanto se terminaran dichas investigaciones, poder volver a nuestro planeta. Pero eso nunca sucedió. La luna era su objetivo. Marte una segunda opción. Los humanos buscaban donde refugiarse a futuro, porque los recursos finitos de este planeta están por agotarse. Había tantos planes de su propia destrucción, que no puedo numerarlos con los dedos de mis manos. Y así, han ido reduciendo su población, por instantes, porque extrañamente, se incrementa.

A mi padre lo convirtieron a futuro en presidente de una nación, porque era diferente y la gente lo estimaba. Los científicos lo tenían en alta estima por apoyar sus proyectos espaciales, pero nunca se concretó absolutamente nada; los anti gobierno pesan más que un gobierno actual, roban presupuesto, equipo y lanzan campañas en contra de todo cambio. Y las teorías conspirativas no se hicieron esperar.

Mientras les hablo de todo esto, han pasado algunos días de gente del gobierno yendo y viniendo por todo el mundo, un despliegue militar en busca de razas alienígenas para su exterminio. En el camino, si pueden desaparecer más de su misma raza, no hay problema.

Y sólo hay un “extraterrestre” entre ellos: yo, un chico de 325 años debajo de un puente, cambiando constantemente su forma molecular, adaptándome a otras formas de vida; más la seguridad es un hilo muy delgado.

¿Ustedes no detendrían a un chico, de unos 16 años, humano que deambula por la calle solo, en medio del caos mundial?

Por ello, me refugio debajo de un puente; bajo sigilo en este caótico movimiento. En mis manos sostengo el viejo transmisor de papá, el que podría llamar a alguno de nuestros familiares. Por años ha presionado todos los botones, lo ha reparado con nuevas tecnologías, inclusive creó una antena más poderosa que ahora creo, habrán destruido, evitando el llamado de más “extraterrestres”. Pero con todo el corazón, observo su construcción, los botones, el lenguaje que aparece en pantalla y trato, todos los días, de enviar a algún punto en el espacio mi ubicación.

No conocía el miedo, hasta que llegué a este planeta.

El movimiento de los animales del bosque también me alerta. Estoy agotado, estresado, temeroso y hambriento, que mi cadena celular no me permite transformarme en algún animal para huir. El fuego a lo lejos ha iniciado. Los agentes de la purga han llegado hasta el bosque a terminar con todo, en su cegada búsqueda se abren paso entre lo último que queda del bosque verde. Me muevo junto con los animales, en una feroz estampida de horror. Mis corazones laten con velocidad, sigo presionando los botones. Levanto el aparato.

No quiero morir aquí, no así.

Nuestra marcada longevidad, además de nuestra muerte, es un paso agradable hacia el universo, es una transición limpia y en paz, mientras conocemos el universo entero; pero esta ha sido la experiencia previa a la muerte que no le deseo a nadie.

El odio me consume y me ciega. Una vez en el planeta humano, se vuelve uno humano.

Sin rumbo, con el temor por todo mi cuerpo, comienzo a sentir un calor que emana de todas partes. El fuego ha formado un círculo interminable y comienza a encerrarnos. Utilizo toda la fuerza de mi mente para transformarme en algún animal, pero es imposible. Los disparos vienen de todas direcciones. Los animales huyen despavoridos, pero no hay escapatoria.

El ejército comienza a cerrar el cerco.

Un destello aparece en el cielo. Más de uno viene descendiendo. El ejército se repliega, en espera del descenso de las naves que con velocidad van llegando una a una.

Un temor mayor recorre ahora todo mi cuerpo. Arrojo el aparato comunicador que tenía en las manos, me hinco y sigo observando a las naves descender. Los hombres están armados y a punto de continuar al conflicto, lo que ellos no saben es que será completamente inútil.

Al abrirse las puertas de las naves, desciende la raza de las Detranis, hembras alienígenas que buscan dominar planetas al punto de la extinción. Se acercan hacia mí, hablando en mi lengua; lo cual significa que mi planeta ahora ha sido invadido por su raza y la mía, ha perecido por completo en una guerra por la repoblación y restauración.

“Eres único en tu especie valiente joven. Ven con nosotros, tenemos trabajo que hacer y tú vas a guiarnos”.

Dejé de temer cuando vi poblaciones varias salir de las naves. No solo destruyen, ayudan a reconstruir, en algunos casos. Mas este planeta necesita de mucha ayuda y una reconstrucción total.

Pude ver a la gente del ejército, que antes ayudó a mi padre, orinar sus pantalones, clamando a un dios que no existe y pidiendo ayuda a las razas alienígenas que salían de las naves. El ataque sin piedad comenzó, las armas humanas son nada.

Las guerreras Detranis me llevan a su nave, me piden les dé la ubicación de las armas más poderosas, para alterarlas y no reduzcan el planeta y la población a cenizas.

“Que se maten, ya no hay humanos buenos, deja que ataquen con lo que tienen y se destruyan ellos mismos. Volveré para instaurar un orden diferente”.
Mientras observo desde la ascendente nave como el ejército es desmembrado uno a uno, puedo gritar tranquilamente desde arriba, en mi lengua y con total libertad:

“Soy Ahklek, conocido como Tadeo en su tierra. Soy el descendiente de mi padre. Y el descendiente de la destrucción humana”.


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