Vivimos un momento caótico. Lejos estaba pensar que las películas apocalípticas estaban a la vuelta de la esquina. El imaginario nos hizo creer que la caída vendría después del gran contagio, el último cataclismo, la invasión alienígena, pero a miles y miles de años en el futuro.
“Eso no me va a pasar a mí”, el gran himno egoísta para negar la realidad. “Eso no existe”, “No puede ser real” y antes de poder asimilarlo estábamos recluidos en nuestras casas. El miedo y la ignorancia se hicieron presentes para mostrarnos que en un final inminente somos todos contra todos, ¡Qué se salve quien pueda!
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