Carlos Enrique Saldívar
«Joker» (2019), titulada «Guasón» en Latinoamérica, es una película que cuenta el origen (otra vez en el cine live action) del más grande enemigo de Batman.
Al principio, tenía cierta reticencia con ver la presente cinta, el trailer no me convencía (me recordaba a lo peor de Joel Schumacher, aunque no olvidemos que él es director de la brillante «Un día de furia», con Michael Douglas, film que puede dialogar tranquilamente con «Joker»). Joaquin Phoenix siempre me ha parecido un gran actor, pero aquí dudaba, por esas risas suyas. También me hacía dudar de ver la cinta su director, que había trabajado comedias y no muy buenas, como «Viaje censurado» (2000), «Starsky y Hutch» (2004), entre otras. Un último punto que me generaba desconfianza eran las reseñas de cine, todas positivas, que tildaban al film de «peliculón», «obra maestra», «una genial historia que permanecerá en la mente del espectador», etc. Como se ve, todas eran reseñas positivas y salían a cada instante, desde escritas hasta de youtubers, que ponían a la cinta por los cielos. En cierto momento dejé de leerlas y de verlas, porque tanta perfección no podía ser cierta.
Las reseñas no mentían. Pero de eso hablaremos líneas más abajo.
Un premio respaldaba el film: el León de Oro en el Festival de Venecia, y un hecho trascendental como este me animó a ver la película en su fecha de estreno.
No obstante, hubo otros factores que me suscitaron la curiosidad de mirar esta historia. Soy fan del personaje, colecciono los cómics de Batman desde niño y mis favoritos son aquellos donde aparece el Joker. Aunque hay supervillanos de DC que me agradan más, el Joker es fascinante y desde esa obra maestra de Alan Moore y Brian Bolland: «La broma asesina» (1988), no sabíamos mucho del origen del personaje. Dicho sea de paso, la cinta que es objeto de nuestro análisis bebe un poco (muy poco) de la mencionada novela gráfica. No obstante diferente, el origen del Joker es mostrado en esta película.
También es pertinente hablar de otras novelas gráficas sobre el Joker que pudieron tal vez servir de génesis para esta muestra en la gran pantalla. Así tenemos:
«Batman, El señor de la noche: el regreso» (1986), de Frank Miller.
«Joker», de Brian Azzarello y Lee Bermejo (2008), donde es similar la estética para el personaje que interpretó Heath Ledger, en la película «Batman: el Caballero de la noche», de Christopher Nolan (2008), aunque, con seguridad, dicha estética vino de mucho antes.
Luego tenemos «The Joker» (1994), de James Robinson y Christian Alamy, un raro viaje psicodélico, donde nuestro antagonista deja ver parte de su retorcido mundo interno.
Como añadido, me parece que tiene que ver también en parte la novela gráfica «Batman: Yo, Joker» (1998), de Bob Hall, donde en un futuro indeterminado Batman domina Ciudad Gótica, hace y deshace a su gusto, ha formado un culto que lo idolatra, y aquí el Joker, lejos de ser el villano que todos conocemos es, en cambio, el héroe con el que nos identificamos, a fin de que se enfrente a esta especie de dictadura inhumana y degradante.
Volviendo a «Joker», puedo decir varias cosas: su narrativa es magistral y la actuación de Phoenix consigue meterse al espectador al bolsillo desde el inicio. El Joker es el retrato de una sociedad decadente, donde las enfermedades mentales convierten a quienes las padecen no en ciudadanos que requieren ayuda, sino en parias. Desde el trailer se puede ver cómo el protagonista, un payaso que trabaja en medio de la pobreza y los abusos para salir adelante, ve su vida consumirse en un abismo en el cual va cayendo y luego, como un espejismo, parece que va a ascender (aquí el personaje de Robert De Niro es más importante de lo que aparenta). El derrumbe psicológico es inminente.
Todos sabemos, al ver el tráiler que la historia tendrá giros esperados, mas no sabemos de qué irán, solo tenemos la certeza de que habrá giros; y el ascenso en realidad será un descenso que explotará en un clímax que nos va a sorprender. Todos adivinamos que algo explotará, pero no tenemos idea de cómo, solo intuimos que será al final. Claro, hay varias explosiones durante el film, y van de menor a mayor. Aunque quizá las consecuencias de la primera explosión sean un tanto forzadas, podemos ver una Gotham enferma, sumida en la corrupción y en la discriminación de clases (como en la serie del mismo título: «Gotham», la cual recomiendo, sobre todo su primera temporada, para entender cómo es casi imposible lograr un poco de armonía y justicia en un entorno controlado hasta las tripas por la mafia)
Muchos han comparado el film con esa otra exquisita obra: «Taxi Driver» (1976), (curiosamente protagonizada por De Niro), de Martin Scorsese y Paul Schrader, empero, yo la enlazaría más con esa potente novela: «Death wish» (1972), de Brian Garfield (hubo luego varias películas protagonizadas por Charles Bronson, tituladas en Latinoamérica: «El vengador anónimo» cuya primera entrega data de 1974); aquí se ve como un hombre con un pasado turbulento, que no es un ciudadano normal, pierde parte de lo que tiene y se transforma en una especie de bestia cazadora que recibe el beneplácito de la comunidad. El Joker lo pierde todo, en consecuencia no tiene nada que perder, su caída a las profundidades se hace con buen método fílmico, poco a poco, con escenas lentas al principio, pero nada aburridas (las dos horas del film pasan volando) hasta acrecentar ese interés que hace que tengamos empatía con el personaje; sin embargo, no nos dejemos engañar, no hay un joker en nosotros (o quizá en algunos sí, no quiero ni imaginarlo), esta es una cinta que narra la formación de un villano, en una ciudad caótica, donde casi todos son villanos, donde no hay una brizna de luz, y, por lo tanto, es fácil bordear el abismo hasta dar un mal paso y caer.
La cinta tiene sus momentos de humor, esa es la parte que menos me gustó, tal vez porque no entiendo el lenguaje de los payasos (los gestos, los bailes, los movimientos), o porque los chistes (las escenas de los comediantes) me parecieron un tanto desagradables (hablamos de una sociedad donde males como el machismo, están normalizados), esto puede verse en las actitudes de varios personajes; pero, como toda buena narrativa, resultan anormales para el espectador, es decir las vemos, las escuchamos, y las criticamos de inmediato. Además hay algunas escenas que no se cierran y quedan a la imaginación del receptor; esto podría ser problemático para algunos, como yo. Ah, me olvidaba, estaba el asunto de las risas del personaje (llegan a ser cansinas hasta cierto punto en que realmente toman consistencia). Eso es todo respecto de los bajos de la cinta. Mis quejas son pocas.
Considero a «Joker» como una gran película que no nos va a traumatizar ni enloquecer, pero sí nos hará pensar cómo una persona es dinamita y solo requiere de que uno, o más de uno: el sistema, la política, la sociedad (con toda su iniquidad), le enciendan la mecha.
La recomiendo mucho, es una narración para adultos (no sé por qué había niños en el cine, los padres a veces se confunden, ya que la cinta tiene categoría R) y asombrará a más de uno. No importa si se va con altas o bajas expectativas. En mi caso, permanecí paciente en tanto aguardaba el momento del estallido y este llegó. La psiquis del individuo fulmina.
No es un convencional relato de supervillanos (no sé por qué algunos la catalogaban una cinta de superhéroes); de hecho, se ambienta en un universo alternativo al universo fílmico que está creando Warner Bros DC, que plantea realizar más cintas dentro de esa modalidad.
«Joker» es una ficción sobre la cruda realidad, la insania y la infamia humana. Véanla.