Luis Adolfo Apolín Montes
¡Cada vez es más pesado cargar un cuerpo hasta aquí!, pensó mientras cubría con algunas rocas lo que quedaba de su última víctima. Nadie viene por estas tierras, ni los pastores con sus ovejas que prefieren los pastos más jugosos, ¡nomás puro arbusto dañino crece aquí! ¡ni los zorros se asoman!, por eso, cada vez que traigo un “bulto”, siempre estoy seguro de que se mantendrá más o menos intacto, devorado, eso sí, apenitas por algunos insectos que no faltan. Esos bichos son como yo, nada les importa, ni el frío ni el sol hiriente.
Un rugido lejano e impreciso lo sacó de sus cavilaciones.
Sigue leyendo El Limpiador