Uriel Velázquez Bañuelos
Ella era consciente de lo que buscaba y las consecuencias que tendría. Lo había leído un millar de veces y experimentando otras más. Ella quería ser libre. Aunque su figura apareciese en las noticias y llevara el dolor y olvido a donde quiera fuese, seguía haciéndolo.
Frente a frente, con quien le daría una imagen más a su vida, le conectó el cable de alimentación neuronal por su orificio nasal. Su víctima era un chico que vendía cigarros en las calles. La chica vio cómo aquellos ojos violetas se enrojecían ante la descarga eléctrica. En cada fragmento de memoria que le extraía, el cerebro le pulsaba y sus huesos chillaban. Su víctima, por otra parte, estaba mudo ante el dolor; la corriente eléctrica evaporaba su sangre.
Sigue leyendo Una pieza más al rompecabezas