(Fragmentos)
Daniel Greene
El aislamiento social humano es reconocido como un problema de gran importancia en la actualidad. Sus efectos resultan perjudiciales en el desarrollo adecuado del individuo, incluyendo (pero no limitándose a): depresión, agresión, deterioro cognitivo y disfunción sexual. La correcta evaluación de este fenómeno ha estado plagada de múltiples obstáculos, pues existe una gran cantidad de variables difíciles de controlar sin un entorno experimental estricto. Del mismo modo, aunque se han realizado estudios en especies con un parentesco cercano, como los monos, la complejidad de la experiencia interna humana y la riqueza de su raciocinio y emoción obliga a solo realizar suposiciones y aproximaciones en torno a un modelo de la depresión que se equipara al ser humano sin gozar de gran exactitud.
Durante un periodo de tiempo desde seis meses hasta diez años, doce individuos (seis machos, seis hembras) en la adultez temprana fueron sometidos a distintas situaciones de aislamiento parcial y total. El primero se define como la colocación en una cámara vertical (a continuación, descrita) en la que son sometidos a situaciones sociales limitadas tales como: voces humanas casuales que no entablan conversación con el sujeto de experimentación, estímulos táctiles y manipulaciones lumínicas. El aislamiento constó de colocar al individuo dentro de la cámara vertical sin cambio alguno en su entorno más que proporcionar alimento e hidratación a través de una rejilla y una cánula que no permiten percibir el exterior.
Como se ilustra en la Figura 1. la cámara vertical consta de una celda de paredes metálicas de 1.5 metros por lado y seis metros de altura, sin muebles ni adornos, iluminada por una luz fluorescente las veinticuatro horas del día a menos que se indique lo contrario según el sujeto. Las paredes evitan el paso de cualquier sonido del exterior, exceptuando tres agujeros detrás de un falso muro, los cuales puedes cubrirse para un completo aislamiento acústico o descubrirse para la proyección de sonidos según lo requiera el experimento. Los sujetos fueron provistos con una bata de hospital genérica y permanecieron en un sobre una rejilla a modo de suelo para drenar sus desechos a través de canales en la parte inferior de la cámara, mismo que tampoco permitía interacción alguna y bloqueaba cualquier posible estímulo del exterior.
Una vez terminado el periodo de experimentación, con fines de análisis neurológico, los veinticuatro sujetos son sometidos a la eutanasia, y sus órganos son pesados y examinados en busca de alteración alguna.
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Sujeto 5 – hembra – 21 años – 4 años de aislamiento propuesto.
Después de que el sujeto 3 muriese por anorexia emocional, se recurrió a la nutrición forzada de este sujeto en cuanto empezó a mostrar síntomas que apuntaban en la misma dirección. Por medio de sedantes administrados en la hidratación, se realizó una intervención quirúrgica menor para insertar una sonda gástrica e imposibilitar al sujeto de retirarla bajo cualquier circunstancia. Esta medida tuvo como resultado vocalizaciones repetitivas en un tono agudo, además de intentos varios de autolesionarse que llegaron a su punto álgido cuando el sujeto mutiló parte de su lengua con sus dientes, mismos que también fueron retirados en una intervención quirúrgica posterior.
A los tres años, once meses y cuarenta y nueve días, el sujeto falleció durante la noche. La autopsia mostró septicemia, además de una úlcera por presión en el coxis que no resultaba visible desde la perspectiva del examinador. La autopsia no reveló anomalías y la sección inmovilizante de los tendones se muestra en la Figura 2.
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Sujeto 8 – macho – 20 años – 2 años de aislamiento propuesto.
Tras siete semanas en aislamiento total, el sujeto desarrolló una dermatilomanía desfigurante que solo disminuyó su intensidad cuando le fue proporcionada una manta de tela suave y cálida. El objeto fue utilizado adecuadamente como sustituto, pues se retiraba de su superficie cualquier mota de polvo o hilo suelto. A los cuatro meses de la entrega de la manta, se escuchó al sujeto entablar una conversación imaginaria con ella, a la que llamó Lidia. Además de dormir envuelto en ella, el sujeto llevaba la tela en sus cortos paseos a través de la habitación y realizaba actividades de estimulación sexual con ‘Lidia’, cuidando de mantenerla impecable.
Tras el aislamiento de un año, el sujeto pareció discutir con la manta. La maldijo y la dejó del otro lado de la habitación, aunque esa noche volvió a acurrucarse con ella, profiriendo disculpas acompañadas de llanto y vocalizaciones de tristeza. Este patrón se repitió un par de ocasiones en el siguiente mes, hasta que se retiró la manta mientras el sujeto dormía. La mañana siguiente, el sujeto paseó en repetidas ocasiones por la cámara, buscando la manta, y continuó hasta que, pasadas unas horas, se tumbó contra un muro sin dejar de sollozar.
Al día siguiente, al año con siete meses de aislamiento, el sujeto amaneció inerte, habiendo muerto mientras dormía. La autopsia mostró una hemorragia subaracnoidea provocada por la rotura de un aneurisma, no relacionada con este estudio.
Edgar se tambaleó por el complejo hasta que se encontró con un cuarto distinto de los demás. No había muros metálicos ni compuertas, solo la entrada a una cocinita. Desde el corredor, Edgar pudo vislumbrar un catre, una computadora antiquísima y un desayunador ocupado por un hombre que le daba la espalda. Debía ser él quien lo había encerrado allí. Debía ser él quien tenía a todas aquellas personas en celdas parecidas a la suya. Cuando aguzó la mirada, alcanzó a ver lo que parecía un bote metálico de basura. Luego miró otra vez al hombre, encorvado al comer. Un paso arrastrándose después de otro, entumecido por el encierro, Edgar ya extendía las manos hacia el bote de basura cuando un sonido lo interrumpió.
- María, feliz cumpleaños. No tengo joyas ni un pastel para ti, pero quiero que sepas que el estudio va viento en popa. Sé que te hará muy feliz saber que continúo con tu legado y que solo faltan algunos cuantos ejercicios para dar por concluida la fase experimental. Tengo todas las anotaciones en esta habitación, conmigo; tengo mis cuadernos y la computadora que usabas en el instituto, con todas tus notas. Integraré los últimos resultados en el artículo y lo enviaré a la revista poco antes de Navidad.
El hombre no reaccionó cuando Edgar tomó el bote de basura, ni cuando se acercó a él, proyectando su sombra por encima del desayunador.
- Te amo tanto, María, estés donde estés. Perdóname por no citar como tú hacías, he estado aprendiendo a–
El bote cayó con fuerza sobre la nuca del hombre, que se dejó caer al frente, sobre su plato de sopa. Una vez más, y otra, y otra, Edgar siguió golpeando pero el boto se abolló muy fácil. Lo tiró al suelo, no había sangre pero el hombre no se movía. Edgar miró alrededor: a un lado de la estufa, un cuchillo para carne. Se dirigió hacia él, se le quedó. Mirando con una suave sonrisa. Libre, libre al fin. Un par de fuertes manos se cerraron en torno a su cuello, y lo jalaron al piso sin que pudiera defenderse. El cuchillo tintineó al caer. De espaldas sobre el linóleo, Edgar pudo ver la cara del hombre, sus ojeras y su sonrisa torcida. Trató levantarse, pero las piernas le ayudaron poco. El hombre se sentó en su pecho Sin una palabra, tomó a Edgar por la mandíbula inferior, justo sobre los dientes frontales. Extendió la otra mano hacia atrás y recogió el cuchillo.
- Sujeto doce, macho, veinticuatro años, nueve años y ocho meses de aislamiento. Después de un intento fallido de escape…
Sujeto 12 – macho – 24 años – 10 años de aislamiento propuesto.
Después de un intento fallido de escape, programado por el investigador, el sujeto fue sometido a una intervención de emergencia para evitar cualquier tipo de autolesión vista en otros sometidos al mismo experimento. La agresión del sujeto, como era de esperarse, resultó poco efectiva debido a la gran cantidad de atrofia muscular causada por el aislamiento. A pesar de contar con un espacio lo suficientemente amplio para realizar ejercicios de calistenia básicos y de ciertos periodos que el sujeto dedicaba a la ejercitación como medida para contrarrestar el aburrimiento, el sujeto fue sometido y devuelto a la cámara vertical sin incidentes. Permaneció en la cámara, ocasionalmente buscando escapar, sin éxito. La autopsia posterior al fin del experimento no mostró hallazgos significativos.
[…]
Conclusiones
A pesar de sus distintos orígenes, crianza y personalidad, los efectos del aislamiento en los doce sujetos resultaron ser homogéneos en cuatro componentes clave: el violento rechazo inicial al aislados, el estrés ante la incertidumbre y el tedio, el fracaso en mantener una salud mental adecuada y la inevitable apatía a pesar de situaciones que proporcionaban una esperanza temporal.
Desafortunadamente, el fallecimiento prematuro del veinticinco por ciento de los sujetos por motivos no relacionados con el estudio no permitió la adecuada observación de todos los procesos psicológicos, sin contar que el número de sujetos se redujo a una cantidad que no asegura una adecuada representación de las distintas poblaciones. Se requiere de una muestra más grande para remediar estos errores, misma que será analizada en estudios subsecuentes. En un esfuerzo por agilizar la obtención de resultados, se ha procedido a ocupar las cámaras en cuanto estas quedan vacías, por lo que ya hay un nuevo grupo de sujetos en las fases preliminares de investigación. Será cuestión de tiempo determinar si se ha aprendido de los errores y se puede, por primera vez, llevar el estudio a su conclusión definitiva, aprendiendo de los errores y monitoreando a los sujetos muy de cerca.