La otra conquista

Jorge Luis Lozoya

Película de Salvador Carrasco estrenada en 1998, narra la conquista española en México desde la perspectiva azteca, y muestra la lucha de Topiltzin, hijo de Moctezuma, por preservar  la identidad religiosa y cultural de su pueblo ante la llegada de los españoles.

El punto de vista desde el que decide contar Carrasco la historia en la película es la visión del protagonista cuyo conflicto se debe al cambio de pensamiento y costumbres provocadas por la imposición española, volviéndola una historia intimista y profunda proponiendo una perspectiva en la cual dos culturas tienen un choque religioso  dentro de un hombre que debe decidir sobre sus raíces, sus creencias, con todas  aquellas ideas que comenzaron a absorber del conquistador, y que ahora se imponen dentro del  mundo que ahora vive. 

El encuentro, como se sabe, tuvo un resultado terrible para el conquistado: su casi desaparición física, debido al aniquilamiento de más del 70 por ciento de la población y la eliminación de la mayoría de sus tradiciones y creencias religiosas. 

La cinta cuenta la historia del joven que hace seis años lloraba la muerte de su madre en el palacio, Topiltzin (Damián Delgado), hijo ilegítimo del emperador Moctezuma. Su odisea comienza cuando es sorprendido ofreciendo un códice pintado por él mismo a Tonaltzin, la diosa madre de los aztecas, códice en donde representaba el sufrimiento de los suyos. 

Llevado ante la presencia de Cortés (Iñaki Aierra), es condenado por su “sacrilegio”, por lo que es torturado y encarcelado, con la intención de hacerlo aceptar la nueva  fe. Posteriormente es acogido por un fraile que se adjudica a sí mismo la misión de “salvar” el alma  del joven príncipe, pero es tanta y tan firme la fe que el religioso español observa en su protegido,  que él mismo comienza a dudar de la propia. 

Son muchos los aciertos de la cinta, pero quizá sobresale más el esfuerzo de Carrasco por representar un enfrentamiento, con tan sólo dos personajes (Topiltzin y fray Diego), de manera metafórica: un combate interior que sufrieron de cerca ambas culturas. 

Tal vez el objetivo de Carrasco es muy ambicioso, pues pone nuevamente sobre la mesa el tema indígena y su eterno esfuerzo por mantener sus tradiciones y creencias. Su obra cumple con proponer una perspectiva alterna de la visión del indígena que, a causa del éxito de Apocalypto, ha  circulado en el ambiente cinematográfico, y eso es ya de por sí un motivo para ir a buscarla a las  salas de cine.

La película sugiere que la necesidad humana de fe es tan abrumadora, que el hombre puede encontrar iconos sustitutos en otra religión. Tonantzin (Diosa Madre Azteca) y La Virgen María, son lo mismo cuando se ven desde los ojos de los fieles. 

La dirección de Carrasco es irregular: mientras que existen algunos momentos surrealistas y hermosos que logran capturar una esencia, también carece de escenas a gran escala para hacer que esta película sea verdaderamente épica. Los  deseos del director son más aparentes de lo que él logra transmitir. Al dejar un final ambiguo, deja  la conquista espiritual sin explicación. 

Finalmente, aunque Carrasco genera un ambiente donde ambas culturas defienden sus  puntos de vista, y la batalla de la otredad con criterios de vida completamente diferentes y una cinematografía muy atinada donde cada  cuadro está bien justificado en favor de la historia, el diseño de producción (dirección de arte) resalta  por su pobreza aparentando ser una película barata pero que vale la pena mirar.

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