Carta editorial o de cómo a veces nos perdemos en el miedo
Escribir una revista no es fácil y menos en estos tiempos de modernidad donde todo lo que nace muere al mismo tiempo. Darle tiempo a un proyecto que parece estar condenado a la indiferencia se hace sólo por amor al arte, en mi caso particular, al miedo y al horror. Somos conscientes, ya casi nadie se toma el tiempo de leer, y menos cuando se trata del proyecto de un grupo de inadaptados intentando decodificar la realidad que nos tocó vivir de la mejor forma posible.
Tuvimos que esperar que nuestros propios demonios nos atormentaran para poder crear este número. Estaban ahí, listos para salir a luz, pero nos faltaban entrañas para encararlos. Ese ser que nos acecha en la oscuridad, en nuestras pesadillas, en nuestra mente no siempre es el mismo. Sus múltiples rostros nos confunden y preferimos la zona de confort antes que mirarlos a los ojos. Es fácil tener miedo, pero qué difícil es enfrentarlo.