Manuel Aquino
Éste 2017 es un año que pertenece a Stephen King de manera indiscutible, pues siendo un año lleno de presagios y hechos apocalípticos, (como las tormentas tropicales, y Trump en el poder), la adaptación de dos de sus obras más famosas al formato cinematográfico, nos permite olvidar la complicada realidad en que vivimos para introducirnos de lleno en su trabajo llevado a la pantalla grande.
Y es que King, un autor que apenas necesita presentación, es bien conocido por el abundante número de obras literarias publicadas, sin embargo, novelas como The Shining (El resplandor) e It (Eso), son las primeras que nos vienen a la cabeza por el simple hecho de que están contadas en dos formatos, la novela, donde nacieron y la pantalla grande, donde se hicieron inmortales y que han promovido el ascenso del autor como uno de los narradores más queridos (y odiados) de finales del siglo XX.

“El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él”. Es la frase con la que la épica de la torre oscura comienza, condensado en apenas una palabras, una historia que su autor Stephen King, tardaría más de veinte años en completar. Su primera entrega, El Pistolero, (The Gunslinger) es la obra de apertura con que King inicia la épica de la torre en el centro de todo y fue publicada por primera vez entre 1978 y 1981, siendo el primero de ocho tomos en los que desarrolla la larga búsqueda del Ka-thet de Roland.
“Existen otros mundos aparte de estos” Resuena en los oídos del pistolero cuando Jake Chambers, el chico que conoció en medio del desierto, le revela una de las verdades más impactantes contenidas en la enorme épica de La Torre Oscura.
Y en aquella revelación, reside el potencial que la obra presenta y con qué, la versión cinematográfica recién estrenada, juega para traernos precisamente una versión alterna de aquel mundo y el nuestro propio donde todo se desarrolla de un modo muy distinto.
Quizás uno de los aspectos más fascinantes relacionado con las obras de King es el entramado complejo entre las distintas realidades con que se han ido conectando los relatos a lo largo de los años. El multiverso que ha construido lleno de seres crueles y destructivos, magia, poderes psíquicos, viajes a otros mundos y la siempre presente realidad humana, nos ha permitido viajar por las autopistas secretas entre sus muchas versiones de los Estados Unidos a lo largo de las últimas décadas.
Ahora bien, siendo El multiverso un concepto relativamente reciente, cuya construcción ofrece un panorama de posibilidades, pues su belleza radica en la alienación de personajes y escenarios familiares confrontados con una realidad ajena a su propia existencia, convirtiéndose en un conflicto mayúsculo. King se yergue como el indiscutible maestro del tema. Entre sus obras, la torre oscura es el centro gravitacional de su trabajo así como el centro y camino hacia cada una de las realidades que componen su propio multiverso. Sin lugar a dudas, su trabajo se establece bajo ésta premisa, pues cada relato, novela o cuento bebe de los demás, que a su vez, lo hacen del contexto cultural del autor. Sin música rock, cine de horror, ciencia ficción y el slang norteamericano cualquiera de los universos carecería de la identidad y la integridad que ello les confiere.
La adaptación fílmica de la serie, dirigida por Nicolaj Arcel, estrenada desde el 31 de Julio en Nueva york y disponible aquí en México el 25 de Agosto, inicia en un punto muy similar al libro, pero se puede decir que parte de la esencia de la historia se pierde en pos de la forma apropiada de narrar una historia cuyas 4,250, páginas (en su versión original en inglés) necesitaban ser adaptadas a los 95 minutos de su versión cinematográfica.

La imaginación con que King nos presenta su historia, permite la posibilidad de otras maneras de contarla y es así como Nicolaj Arcel nos presenta una versión distinta, veloz, simple pero llena de los detalles que corresponden a la obra original.
La película desarrolla un argumento básico construido sobre la estabilidad de la torre y su función protectora, frente a la necesidad de destruirla para convertir al universo en un vacío de oscuridad, fuego donde los demonios habitan y el hombre de negro gobierna.
Desde el punto de vista comparativo con la obra literaria, la película se toma demasiadas libertades artísticas, algunas excesivas, otras tremendamente elegantes, dado que la construcción se da por completo en un conocimiento exacto de la obra y los elementos que la componen, por ello, el director tiene algo que ofrecer a todo el público, creando una historia veloz (demasiado), que relata de manera breve una versión de la historia que, sin embargo, a pesar de concluir en sí misma en los 95 minutos de duración, no destruye la experiencia de la lectura mostrando la conclusión real de la obra, sino ofrece un final alternativo dando la oportunidad de conocer la historia real a aquellos que no ha tenido la oportunidad de ello.
Cada elemento de la trama dentro de la película, está ligada con fuertes lazos al libro y casi cada escena, presenta referencias, detalles, elementos y sucesos que los lectores amantes de la obra reconocerán de inmediato, desde los grafitis donde se alaba al rey carmesí, hasta el infame local del Dixie pig, cada nuevo detalle es un guiño cuya importancia radica en el conocimiento de la obra y que no obstante, no afecta para nada a aquel que nunca haya posado sus ojos en las novelas.

El juego sobre las distintas realidades y los pasos por las puerteas entre los mundos, es plasmado de manera fugaz y adaptada a un formato en que no se necesitas muchas explicaciones, el elemento de la magia, fundamental en las novelas, de algún modo es representado en el hombre de negro y pequeños elementos dentro del film, como el arcoíris del mago con su brevísima aparición, al igual que la tecnología que dejada por los grandes antiguos, corrupta y a veces inservible, nos muestra aquella combinación letal con la que King crea y destruye uno y varios mundos dentro de su obra.
Los personajes son desarrollados desde los elementos más básicos acordes a su personalidad y se ven plasmados con cierta verosimilitud, sin obviar detalles estúpidos como las quejas sobre el tono de piel de Roland, “Cada elemento de la trama dentro de la película, está ligada con fuertes lazos al libro y casi cada escena, presenta referencias, detalles, elementos y sucesos que los lectores amantes de la obra reconocerán de inmediato, desde los grafitis donde se alaba al rey carmesí, hasta el infame local del Dixie pig…” la similitud entre los personajes es básica y creíble a pesar de los pocos minutos que podemos convivir con ellos.
Es relevante dejar en claro que si evaluamos el film como una adaptación de los libros, el adjetivo apropiado es pésima, aun peor que la adaptación de El Hobbit de Peter Jackson de 2012, sin embargo, llamar adaptación a éste film es excesivo y debe comprenderse como una versión de la historia en la que algunos de los personajes principales de las novelas se ven involucrados en una situación similar pero cuyo desarrollo y desenlace apenas y tiene que ver con las novelas.
Al final, es una manifestación nacida a partir de la torre, muy al estilo de Disney dentro el universo de Marvel Comics, llena de easter eggs para aquellos que realmente tienen interés es el universo auténtico del que la historia fue extraída y una manera veloz, entretenida y llena de acción para aquellos que no quieren perder tiempo con ocho novelas.
La experiencia no es horrenda, a menos que se espere una adaptación fiel (que en mi opinión nunca han existido) en la que se respete la historia original, en ese caso, una trepanación en el lóbulo de la memoria sería lo ideal para aquellos que quieran olvidar la película.